eldiarionuevo
Managua, Nicaragua - Domingo 04 de Junio de 2006 - Edición 9268

Testimonio del joven que "descendió al infierno"

* Víctima, que tenía el cuchillo en la cabeza, relata sus vivencias y anuncia sus propósitos de redención y de religiosidad
* Ahora sólo espera vivir para dar el ejemplo a los que se pierden en el vicio y la delincuencia

Orlando Barrios | obarrios@elnuevodiario.com.ni

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Roberto Antonio Castillo Hernández recordó el momento en que descendió al infierno y una persona vestida de blanco le asignó una misión: evangelizar. ALEJANDRO SANCHEZ/END

Descendí a los infiernos y vi a mis primos que se suicidaron, que estaban dentro del lago de fuego, y a los muchachos que han matado en el barrio, pero una persona vestida de blanco me detuvo y me dijo: “Alto. Dios me ha enviado para que te regrese, porque no te toca. Tu misión será predicar el evangelio a los jóvenes drogadictos, alcohólicos y pandilleros. Vas a dar testimonio de tu renacer”, recordó Roberto Antonio Castillo Hernández, quien permaneció durante dos días permaneció con un cuchillo clavado en la cabeza


En la humilde sala de la vivienda de su progenitora, construida de concreto y madera, frente del Colegio “15 de Septiembre”, en San Isidro de la Cruz Verde, nos recibió Roberto Antonio, de 24 años, quien lucía una pañoleta azul y un sombrero negro que ocultaba el “zipper” que le dejaron los neurocirujanos del Hospital “Lenín Fonseca”, para extraerle el cuchillo de la cabeza.

Al vernos, Roberto Antonio sonrió, nos extendió la mano para saludarnos y dijo: “¿Ideay?, no volvieron a llegar al hospital”. Respondimos que sí llegamos a buscarlo, pero las autoridades médicas nos dijeron que había sido dado de alta para entonces

No se cansa de dar gracias a Dios

“Heme aquí vivito y coleando... Un poco débil, pero no es para menos. No me canso de darle gracias a Dios por la oportunidad que me ha dado para iniciar una nueva vida al lado de mis seres queridos, a quienes sólo hice sufrir con mis actos”, expresó Roberto, quien hasta antes del incidente violento que lo marcó de por vida, laboraba en construcción.

Así fue como rompimos el hielo del inicio de nuestra visita y la tertulia se extendió por dos horas. El joven, rodeado de sus familiares, no cesó de agradecer a Dios por guiar las manos de los médicos Rolando Hernández y Francisco Norori, neurocirujanos del Hospital “Lenín Fonseca”, quienes lograron sacar con éxito el cuchillo que sus agresores le dejaron incrustado en la cabeza, al culminar las fiestas patronales de San Isidro de la Cruz Verde.

Con mi libreta y lapicero en mano asalto la memoria de Roberto Antonio, quien no tuvo dificultades en recordar aquel lunes 15 de mayo, cuando desde la mañana comenzó a tomar licor, y pese a que llegó a su casa no quiso descansar un rato. Él siguió con la ingesta la que prolongó hasta altas horas de la noche cuando fue acuchillado por dos sanguinarios.

“La montadera de toros ya había finalizado y decidí ir a uno de los chinamos con mi primo Ricardo. Escuché la ‘Cumbia Chinandegana’ y bailé, bailé... Después caminé hacia la barra y compré una cerveza. En eso se me acercaron los primos ‘Napoleón’ y ‘El Chele Jirón’”, dijo nuestro entrevistado.

Luis Daniel Chavarría Jirón, alias “El Chele Jirón”, y Napoleón Jirón Duarte, conocido sólo como Napoleón, llegaron con un discurso amistoso, y al estrecharle la mano fue atacado en diferentes partes del cuerpo.

Como si se tratase de una película de terror, supuestamente “Napoleón” dejó “guardado” el cuchillo en la cabeza de Roberto Antonio, quien cayó consciente al suelo, de donde intentó varias veces incorporarse para irse a casa, pero finalmente se desmayó

El alma se le separó del cuerpo

“El alma se me separó del cuerpo. Vi que estaba en brazos de mi primo y que éste me decía: No te murás. Le quise contestar, pero no podía. También me quise levantar, pero tampoco pude. Cerré los ojos y en pocos segundos regresé al cuerpo y empecé a mover una mano”, recordó el joven constructor.

Roberto Antonio, quien admitió que un día lideró la pandilla de “Los Mau Mau”, y que en el Distrito Cinco lo vincularon con una banda que asaltaba en las cercanías del restaurante Intermezzo del Bosque, pero fue dejado libre a falta de pruebas, manifestó que en un vehículo particular lo trasladaron al Hospital “Roberto Calderón”, en las primeras horas del martes 16 de mayo, y le colocaron un dreno, pues tenía una lesión en el pulmón, producto de la misma agresión.

De ese centro asistencial lo enviaron en una ambulancia al Hospital “Lenín Fonseca”, donde ingresó en horas de la mañana del mismo martes. “Intenté varias veces sacarme el cuchillo en (la Unidad de) Cuidados Intermedios. No te imaginás cómo suplicaba, pero lo médicos me ataron a la camilla para suturarme las otras heridas, que fueron como 26”, indicó el joven, quien fue operado, pero que despertó hasta los tres días.

Y es que el año anterior, también en las festividades de San Isidro Labrador, que se celebran en la Cruz Verde, Roberto Antonio recibió varios machetazos cuando llegó a una gallera, pero aun así no dejó de acudir este año a las fiestas patronales. “Esa vez hasta un policía participó en las lesiones, y vivía para desquitármelo, consumía drogas, tomaba mucho, pero eso no me llevó a nada”, agregó nuestro entrevistado.

También recordó que hace cuatro años fue macheteado cuando andaba con su hijita en una fiesta de quince años. Ahí le dieron en la cara con una silla

Por territorio

Escarbamos por qué la furia de los primos sanguinarios, pero los familiares de Roberto Antonio lo atribuyen a la disputa por territorio que data de su época de pandillero.

El muchacho ha intentado salir de casa, pero teme que los primos envíen a terceros a “terminar el trabajo” que no pudieron hacer. “Necesito ir a la iglesia, pero temo por mi vida y por la de mi familia, pues por ahí dicen que ellos me bajaron los hue...”, comentó.

Algunos vecinos les han dicho que “El Chele Jirón” y “Napoleón” andan por el sector, y resulta sospechosa la presencia de vehículos que llegan hasta la esquina de la casa y se regresan.

“Eso que le hicieron a mi hijo fue un crimen atroz. Esos hombres son unos carniceros y representan un peligro para la sociedad, ya que actúan como la parábola de la víbora”, dijo angustiada doña Consuelo Hernández, mamá del joven.

Como madre, doña Consuelo siempre hizo hincapié en los errores de Roberto Antonio, no obstante, el muchacho era desobediente y tuvo que pasar por esta experiencia para enmendar su vida.

“¡Qué más regalo de tener a mi lado a mi hijo en el Día de la Madre! Es cierto, él no es una blanca paloma, porque mi hijo ha sido vago, pero no ha matado a nadie ni le ha sacado la sangre a nadie”, dijo doña Consuelo, quien ha sacado a sus hijos con la venta de frutas en un mercado capitalino.

Roberto Antonio lo único que quiere es vivir en paz, no quiere saber nada de problemas, desea seguir adelante y no volver a ver atrás. “Debo comenzar mi misión, pero todo esto es reciente, para mientras recibo la visita de mi pastor, con quien algún día estaré en el púlpito, dando mi testimonio para ayudar a los jóvenes”, concluyó este joven que puede presumir de haber nacido por segunda vez

Médicos le devolvieron la vida

El doctor Ignacio Sampson, neurocirujano del Hospital “Lenín Fonseca”, confirmó que los cirujanos que operaron a Castillo Hernández fueron Rolando Hernández y Francisco Norori, médicos de bases y residentes. Explicó que en este tipo de casos normalmente se realiza una angiografía, para determinar si hay compromisos con el vaso que suministra toda la sangre al cerebro y hacer la remoción del objeto, sin que haya un sangrado que pueda llevarlo a la muerte.

El galeno manifestó que el paciente quedó en estado de shock, debido a que por el dreno perdió mil 200 cc de sangre, y la prioridad era restituirle el plasma, de lo contrario iba verse en una situación difícil para el momento de la cirugía. Según Sampson, el arma blanca penetró en la región temporal, y la punta del cuchillo llegó hasta detrás de las fosas nasales.

“Con los resultados de la angiografía determinamos que las partes afectadas no tenían importancia vital para el organismo del paciente, y, por lo tanto, se podía hacer la remoción del arma sin afectar el paciente”, recalcó el neurocirujano. El encargado de neurocirugía comentó que se hizo una incisión por encima del área del objeto. Se abrió el cuero cabelludo, se quitó el hueso alrededor del cuchillo. Como no tenía ningún vaso comprometido se movilizó el objeto, teniendo en cuenta que el paciente, el anestesiólogo y el cirujano deben estar preparados a enfrentar cualquier situación difícil.

“Una vez extraído el cuchillo mis colegas cerraron las estructuras abiertas, colocaron una plantilla y lavaron con agua oxigenada. La intervención culminó con el cierre de la piel”, señaló el galeno.

El médico reveló que las secuelas posibles son convulsiones que pueden ser controladas a lo largo de un año, y corre el riesgo de una meningitis, porque el cuchillo estaba sucio. “Esto expone a tener una infección a menor plazo. Es necesario que ante cualquier deterioro o cuando hable incoherencias se dirija al hospital”, concluyó.

El hospital “Lenín Fonseca” se ha especializado en este tipo de operaciones así como en las operaciones reconstructivas de manos, pese a los pocos recursos con los que cuenta. “Acá se hacen hasta operaciones de trauma cervical, y lo hacemos con el material quirúrgico que donan algunos organismos internacionales”, puntualizó el médico.


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